Lo di todo por perdido, dejé de
creer tras tantas decepciones, rompí todos aquellos cuentos de papel que con
simple gotas de lluvia se fueron desmoronando. Y cuando ya no daba nada por nada, una única mirada bastó para darme de
bruces con todo aquello que me implanté. Todo dio un giro de ciento ochenta
grados, todo cambió de un segundo a otro. Las cenizas volvieron a prender, el
corazón volvió a latir, todas las piezas del puzle perdidas volvieron a
encajar. Tras tanto tiempo sin ver, volví a abrir los ojos. Una sonrisa que
rompió barreras, infranqueable e imbatible. Es difícil volver a sentir cuando
te rompen el corazón en mil pedazos, pero es más difícil privar a un corazón
que siente el volver a amar.
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