lunes, 7 de marzo de 2011

A la deriva.


Perdida, sin saber a donde ir, dando vueltas en la misma dirección, pasando siempre por el mismo camino.
¿Qué hacer cuando todo deja de cobrar sentido?
Ya nada es como antes, ya no veo razones para seguir adelante. Ya nada es capaz de hacerme sonreír como una vez lo hizo. Todo dejó de importarme, para que la nada y la desgana se apoderaran de mi. La pereza de conocer lo desconocido expiró sin previo aviso. Me quedé parada en medio del camino sin poder hacer nada más que esperar, esperar que algo cambiara a mi al rededor, que alguien me enseñara el camino de vuelta. Empecé a dejar de sentir, a dejar la emoción a un lado para sentir un vacío interminable, a dejar que la marea me llevara a la deriva, sin que pudiera remediar nada, sin poder escoger mi propio destino. Mi corazón dejó de latir, porque ya no había nada que pudiera hacer para que siguiera haciéndolo. Me fui hundiendo poco a poco en la soledad, fui huyendo de los demás como si fueran un recuerdo lejano que no pudiera alcanzar, empecé a encerrarme en mi misma para no dejar a nadie entrar, me fue consumiendo en la oscuridad.

Pero llegará el día en el que eso cambiará, el día en el que por mi sola sin ayuda de nadie pueda levantarme y seguir adelante. Llegará el día en el que por fin encuentre mi sitio, encuentre algo por lo que luchar, la razón por la que seguir adelante.

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